En el mundo del fútbol, como en tantas otras disciplinas, el autoaprendizaje y la experiencia vivida marcan muchas veces más que cualquier formación académica. Llevo años trabajando con entrenadores de fútbol base y si hay una verdad que se repite es esta: puedes tener todos los «títulos» del mundo, pero si no estás dispuesto a aprender por ti mismo, a cuestionar lo aprendido y a adaptarlo a tu realidad… te quedarás a medio camino.
A veces llegan entrenadores que han empezado desde cero, sin haber pasado por una escuela oficial, pero con una curiosidad brutal. Buscan respuestas, leen, prueban, se equivocan, reflexionan. Son perfiles que me inspiran porque entienden que la formación no empieza ni acaba en un diploma. Empieza con una pregunta: ¿Qué quiero aportar yo como entrenador?
Cuestionar lo aprendido para construir tu propio enfoque
Siempre he dicho que todo lo que escuchamos es verdad… hasta que lo cuestionamos. Y eso es algo que echo en falta en muchos entrenadores: la capacidad crítica. Repetimos metodologías como si fueran recetas de cocina sin preguntarnos si realmente encajan con nuestra forma de ver el fútbol. Y así terminamos desconectados de nuestra identidad.
El autoaprendizaje en el fútbol empieza cuando dejamos de repetir lo que otros dicen, y empezamos a preguntarnos “¿Por qué hago esto así?” “¿Qué sentido tiene este ejercicio?” “¿Estoy entrenando para el partido del sábado o para formar a largo plazo?”
El valor de trabajar desde abajo y sin recursos
Conozco muchos entrenadores que trabajan en clubes humildes, donde no hay distinciones entre jugadores, donde todos valen lo mismo. Y es precisamente en esos contextos donde el autoaprendizaje se vuelve una necesidad, no una opción. Porque nadie te lo da todo hecho. Porque tienes que ingeniártelas para enseñar con poco material, poco tiempo, pocos recursos… y mucha creatividad.
A veces, desde fuera, se marcan objetivos poco realistas: ascender una categoría en un año, ganar un torneo con un grupo recién formado… Y ahí es cuando muchos entrenadores se frustran. Pero la verdad es que esos objetivos cambian. No están en nuestras manos. Lo que sí podemos controlar es cómo trabajamos, cómo educamos y cómo acompañamos a los jugadores.
Más allá de los títulos: la mirada del entrenador autodidacta
Yo también empecé sin saber nada. No tenía contactos, ni títulos, ni grandes experiencias detrás. Pero tenía una certeza: que quería aprender. Y eso me llevó a leer, a observar, a fallar y volver a intentarlo. Y con el tiempo, descubrí que lo que realmente me daba autoridad ante los jugadores no era el currículum… era la coherencia.
Cuando te formas desde dentro, desde la curiosidad genuina, desde el error y la reflexión, desarrollas una mirada mucho más profunda. No sigues modas. No haces lo que “se lleva”. Haces lo que encaja contigo, con tus valores, con el tipo de formador que quieres ser.
En conclusión: el fútbol se enseña, pero también se descubre
El autoaprendizaje en el fútbol es una de las herramientas más poderosas que tenemos los entrenadores. No se trata de despreciar la formación oficial, sino de entender que no es suficiente. Que para crecer de verdad hay que tener hambre. Hambre de entender, de observar, de probar. Y sobre todo, de disfrutar del proceso sin ansiedad por llegar a un destino concreto.
Porque el fútbol no se enseña solo desde la teoría. Se enseña desde la vida, desde el barro, desde las charlas, desde las dudas. Y cuando eres capaz de transformar cada experiencia en aprendizaje, te das cuenta de que el verdadero título es ese: el que te ganas en cada entrenamiento, en cada conversación y en cada error que decides mirar de frente.