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¿Cómo establecer objetivos en fútbol base?

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Definir objetivos en el fútbol base es una de las tareas más importantes para cualquier entrenador. Sin embargo, es común confundir deseos con objetivos reales. Muchos entrenadores establecen como meta «quedar entre los seis primeros» o «lograr la permanencia», pero estos son resultados que dependen de factores externos.

En este artículo, te explicaré cómo diferenciar entre deseos y objetivos, y cómo diseñar un plan de acción que garantice el desarrollo de tu equipo y jugadores.


1. La diferencia entre deseos y objetivos en el fútbol base


Antes de hablar de planificación, es fundamental comprender qué es un deseo y qué es un objetivo realista en el fútbol base.


· Deseo: Es una meta final que quieres alcanzar, pero que no depende completamente de ti. Por ejemplo:


«Quiero ascender de categoría».
«Quiero que mi equipo termine en el top 5».
«Quiero que mis jugadores sean seleccionados por un equipo profesional».


· Objetivo: Es un aspecto del juego sobre el cual tienes control directo y puedes desarrollar mediante entrenamientos y planificación. Por ejemplo:


«Quiero mejorar la salida de balón en mi equipo».
«Voy a implementar un plan de transiciones defensivas».
«Trabajaré en la actitud y mentalidad de mis jugadores durante la temporada».


Conclusión clave: No puedes controlar el resultado final de una competición, pero sí puedes controlar el proceso que lleva a ese resultado.


2. Tipos de objetivos que un entrenador debe establecer


Para trabajar con claridad, los objetivos en el fútbol base deben dividirse en dos niveles:


A. Objetivos a nivel de equipo


Estos objetivos buscan que el conjunto desarrolle una identidad clara dentro del campo:

  • Definir un estilo de juego claro (posesión, transiciones rápidas, presión alta).
  • Mejorar la organización defensiva en situaciones de repliegue.
  • Desarrollar la comunicación dentro del equipo para mejorar la toma de decisiones en el juego.
  • Fomentar valores colectivos como la disciplina y el compromiso.


B. Objetivos individuales para los jugadores


Cada futbolista tiene necesidades y puntos a mejorar.

Aquí algunos ejemplos de objetivos individuales:

  • Potenciar la técnica individual, como controles, regates y finalización.
  • Mejorar la lectura táctica en diferentes fases del juego.
  • Trabajar la inteligencia emocional para gestionar la presión en los partidos.
  • Fomentar la autonomía del jugador, dándole herramientas para tomar mejores decisiones dentro del campo.

Error común: Centrarse únicamente en objetivos colectivos y descuidar el desarrollo individual de los jugadores.


3. Cómo diseñar un plan de acción basado en objetivos reales


Una vez definidos los objetivos, es momento de transformarlos en un plan de entrenamiento estructurado. Para ello, sigue estos pasos:


Paso 1: Define el modelo de juego
Cada entrenador tiene una forma de ver el fútbol. Antes de planificar cualquier sesión, debes tener claro:


¿Cómo quieres que juegue tu equipo?
¿Cuáles serán los principios,subprincipios, subsubprincipios y habilidades imprescindibles prioritarias?
¿Cómo encajan estos principios en tu planificación semanal?


El modelo de juego es la base sobre la cual se construye toda la planificación.


Paso 2: Crea objetivos específicos
Cada objetivo debe ser medible y alcanzable. Por ejemplo:
«Quiero que mi equipo juegue mejor». (Genérico y difícil de evaluar)
«Voy a mejorar la presión tras pérdida para recuperar el balón en menos de 6 segundos».


Paso 3: Diseña tareas alineadas con los objetivos
Un buen entrenamiento debe estar estructurado de manera progresiva:

  • Calentamiento activo relacionado con el objetivo del día.
  • Ejercicios individuales o en grupos reducidos para trabajar habilidades imprescindibles.
  • Situaciones de juego realistas, con ejercicios que simulen los momentos clave del partido.
  • Partido reducido o reglado, aplicando lo trabajado en el entrenamiento.


Ejemplo práctico:
Si tu objetivo es mejorar la transición ofensiva, puedes planificar tareas donde los jugadores practiquen la salida rápida tras recuperación, tomando decisiones en inferioridad o superioridad numérica.


Paso 4: Evalúa constantemente y ajusta
Si no mides el progreso, no sabrás si realmente estás mejorando.

Algunas estrategias para evaluar incluyen:

  • Registro de estadísticas en entrenamientos y partidos.
  • Feedback individualizado con cada jugador.
  • Análisis en video de partidos clave.


Conclusión: Un entrenador no solo entrena, también observa, mide y ajusta el plan de trabajo.


4. La mentalidad correcta: Controlar lo controlable


Los resultados no siempre dependen de ti. Puedes hacer una gran planificación y perder partidos por errores arbitrales, lesiones o un mal día de tu equipo. Por eso, el foco debe estar en lo que sí puedes controlar:

  • Cómo entrenan tus jugadores durante la semana.
  • La preparación táctica del equipo.
  • La mentalidad y actitud con la que afrontan los partidos.
  • Cuando te centras en los objetivos de acción y no en los de resultado, el crecimiento del equipo es constante y sostenible.


Conclusión: Convierte deseos en objetivos alcanzables

  • Define tu modelo de juego y decide cómo quieres que juegue tu equipo.
  • Establece objetivos concretos y medibles tanto a nivel grupal como individual.
  • Diseña entrenamientos estructurados, con tareas que desarrollen los objetivos planteados.
  • Evalúa constantemente y ajusta el plan según los resultados observados.

Concéntrate en controlar lo controlable y deja que los resultados sean una consecuencia del trabajo bien hecho.


Un buen entrenador no solo aspira a ganar partidos, sino a mejorar el rendimiento de su equipo y el desarrollo de sus jugadores.

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