Uno de los mayores retos que he tenido como entrenador no ha sido enseñar táctica ni diseñar ejercicios. Ha sido aprender a decir la verdad. Y hacerlo con respeto, pero con firmeza. Porque decir la verdad, incluso cuando incomoda, también es parte de entrenar.

Desde el primer momento en que trabajo con un alumno, dejo algo muy claro: no estoy aquí para decir lo que quieres oír, sino para ayudarte a mejorar. A veces será agradable, otras veces no tanto, pero siempre será con un objetivo: que crezcas como entrenador y como persona.

No me pagan por callarme lo que pienso. Me pagan para decir lo que otros no se atreven a decir.

Y sí, este enfoque puede ser incómodo al principio. Pero con el tiempo, muchos lo agradecen. Porque la mejora no viene del halago, sino del cuestionamiento. He tenido alumnos que después de aplicar lo que trabajamos en sesiones, me han dicho: “Víctor, ganamos el torneo. La mitad de la copa es tuya”. Y no sabes lo que se siente al escuchar eso.

Pero entrenar no es solo enseñar ejercicios. Es ayudar a los entrenadores a pensar, a dudar, a observarse y a cuestionar sus decisiones. No hay una única forma correcta de entrenar, pero sí hay formas mejores de pensar.

A veces basta con pequeños detalles. Como enseñar a estar de puntillas en los saques de esquina para parecer más alto. O recordar que el ruido, la comunicación, la energía colectiva en el campo, también juega.

Porque el fútbol no es solo técnica y táctica. Es mentalidad, actitud, presencia. Un equipo que entra con confianza y determinación puede doblegar a otro que es mejor “en el papel”. Y eso es algo que todo entrenador debe saber transmitir.

Por eso, también insisto mucho en mantenerse humilde, curioso, abierto al cambio. No importa cuánto sepas: si no escuchas, si no pruebas cosas nuevas, si no adaptas tu enfoque… te quedarás estancado. A veces, una sola idea nueva cambia toda tu temporada.

En definitiva, ser entrenador no es solo preparar a los jugadores. Es prepararse a uno mismo, cada día. Y cuando lo haces con verdad, con humildad y con pasión… los resultados llegan. Y lo que es mejor: dejan huella.

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