Introducción
En el fútbol base, los entrenadores a menudo enfrentan una paradoja compleja: formar jugadores y, al mismo tiempo, obtener resultados. Aunque la prioridad declarada suele ser el desarrollo, las presiones externas de coordinadores, directivos o incluso del entorno del club pueden desviar el enfoque hacia los resultados inmediatos. Este dilema genera conflictos internos en el entrenador, quien debe decidir entre mantenerse fiel a sus valores o ceder a las expectativas del entorno.
Es habitual que los entrenadores escuchen frases como: “Esta semana hay que ganar”, mientras por otro lado se les recuerda que lo más importante es que los jugadores disfruten y progresen. En este contexto, el entrenador se ve obligado a gestionar un equipo en el que algunos jugadores no tienen el nivel técnico o físico deseado, pero cuya participación es esencial para su desarrollo.
Esta dicotomía no solo afecta al equipo, sino también al entrenador, quien siente la necesidad de validación a través de los resultados. Sin embargo, priorizar siempre a los jugadores más destacados puede llevar a decisiones que no reflejan sus propios valores ni su visión del proceso formativo.
Sentimientos en un entrenador de fútbol
El conflicto entre el deseo de ganar y la responsabilidad de formar puede generar una sensación de insatisfacción y frustración en el entrenador. Tras un partido, incluso si se logra la victoria, el entrenador puede sentirse injusto consigo mismo y con los jugadores menos participativos. Esto genera una acumulación de sensaciones negativas que, con el tiempo, pueden asociarse con el acto mismo de entrenar, afectando la motivación y el disfrute.
Muchos entrenadores han experimentado esta presión. En ocasiones, se encuentran tomando decisiones que no están alineadas con sus valores, como dejar fuera de una convocatoria a un jugador que ha trabajado duro durante la semana, solo porque otro tiene un nivel superior pero ha mostrado una actitud menos comprometida.
Consejos para gestionar la presión y mantener el equilibrio
Evalúa tus valores y prioridades: Reflexiona sobre cómo te sientes al tomar decisiones. Si algo no está alineado con tus principios, busca alternativas que te permitan sentirte bien contigo mismo.
Comunicación con los jugadores: Habla abiertamente con los jugadores sobre sus esfuerzos y cómo estos influyen en las decisiones. Asegúrate de que comprendan que su progreso personal importa tanto como los resultados.
Justicia en las decisiones: Asegúrate de que los minutos y las oportunidades estén distribuidos de manera justa y basada en el esfuerzo y la actitud, no solo en el rendimiento técnico.
Enfoque a largo plazo: Recuerda que el fútbol base es una etapa formativa. Apuesta por el desarrollo integral de los jugadores, incluso si esto significa asumir ciertas críticas a corto plazo.
tus decisiones y explícales al entorno por qué optas por priorizar la formación. La transparencia fortalece la confianza del grupo y fomenta un entorno de respeto.
Conclusión
El equilibrio entre formación y resultados es uno de los mayores desafíos en el fútbol base. Sin embargo, cuando el entrenador toma decisiones alineadas con sus valores, no solo logra un equipo más cohesionado, sino que también experimenta una paz interior que lo ayuda a disfrutar de su rol. Al final, un enfoque basado en la justicia y el desarrollo individual genera un impacto positivo tanto en los jugadores como en el propio entrenador.