Ya han pasado varias semanas desde que empezamos las sesiones de entrenamiento y, con la temporada a la vuelta de la esquina, la emoción es palpable y quiero compartir una reflexión que nace del trabajo directo con otros entrenadores, de los errores que todos cometemos y de las dudas que a veces nos hacen tambalear lo que parecía firme.
Hace unos días tuve una sesión con un entrenador que tenía mucho conocimiento, muchas ganas y muchas referencias… pero todo revuelto. Ideas tácticas mezcladas con metodologías, intenciones claras pero contradictorias con lo que hacía en el campo. Y eso es más habitual de lo que parece.
¿Por qué pasa esto? Porque vemos tanto, consumimos tanto, aprendemos tanto… que queremos meterlo todo a la vez. Pero eso solo genera caos.
En su caso, por ejemplo, decía que quería jugar de una forma, pero su entorno —el club, otros entrenadores, la presión externa— le decía que tenía que hacer otra cosa completamente diferente. Y al final, lo que decía que quería y lo que hacía no coincidían.
Ahí me di cuenta de algo importante:
Muchos entrenadores somos congruentes… hasta que llega un resultado que nos mueve.
Estamos convencidos de nuestra idea… hasta que perdemos un partido. Hasta que los niños no entienden un ejercicio. Hasta que los padres o el coordinador nos miran raro.
Y entonces, dudamos. Cambiamos. Adaptamos. Pero no desde la mejora consciente, sino desde el miedo o la inseguridad.
Lo entiendo. Todos lo hemos vivido. Pero eso no significa que estés equivocado.
A veces, simplemente necesitas tiempo para que las cosas funcionen.
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Ten clara una cosa: mi punto de vista también es válido. Puedo estar abierto a debatir, a escuchar, a cuestionar… pero no tengo por qué cambiar mi rumbo cada vez que alguien me lleva la contraria.
Y eso es algo que muchos entrenadores debemos reforzar:
No tienes que convencer a todo el mundo. Pero sí tienes que ser coherente contigo.
En esta profesión no solo enseñamos fútbol. También educamos con el ejemplo. Y si tú dudas constantemente de lo que haces, los jugadores también lo notan.
Por eso, en cada temporada que empiezo, me recuerdo esto:
👉 Sé flexible, pero no volátil.
👉 Escucha, pero no te borres.
👉 Aprende, pero no te traiciones.
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